La Corte Suprema de Chile acogió la solicitud de extradición del venezolano Joffre Enderson Pacheco Briceño (43), acusado por la justicia colombiana de femicidio. El hombre tras el crimen se fugó y se ocultó en el norte de Chile los meses posteriores a su formalización.

Según una nota de investigación de BioBio chile los hechos datan de 2020, cuando Pacheco Briceño, del estado Trujillo, se fue a vivir al barrio Las Ferias en Colombia. Allí también residía María Doralba Pareja (54). El 20 de noviembre de ese mismo año, la encontraron muerta en su casa: atada de manos, con golpes en el cuerpo y con una bolsa cubriéndole el rostro. Las pistas apuntaban a un sólo nombre: Joffre.

Cuando la policía colombiana les pidió a los testigos describirlo, todos coincidieron en los mismos adjetivos: musculoso, con el pelo corto rapado a los lados y la nariz grande. No tenía bigotes ni barba. Hablaba con groserías. Y sobre todo era “coqueto” con las mujeres, porque en general era un hombre introvertido.

Llegó desde Medellín, donde estaban su mujer y dos hijos, hasta Las Ferias, un pueblo de 21 mil habitantes en Bogotá. Fue un 5 de noviembre de 2020. El plan era encontrar trabajo mientras se quedaba con un amigo.

En esos días conoció a María. Viuda, pensionada y con dos hijos. Era baja y de pelo corto. Vivía sola en el barrio hace 14 años, aunque hubo un tiempo en que se marchó tras la muerte de su esposo bombero. No importa el vecino, todos coincidieron en que era una mujer caritativa. De hecho, le estaba consiguiendo trabajo a Pacheco porque sabía que estaba solo.

La acosaba

Su intención era una amistad. Diferente a lo que entonces buscaba Joffre. La hija de María, Ely Ramírez, relató a la policía que su madre le contaba sus planes por teléfono.

El señor Joffre la estaba pretendiendo. Permanecía pendiente de ella y (me) comentó que el señor lo que estaba buscando era dónde meter la cabeza, pero ella no le ponía atención. Él la molestaba diciéndole si se podía quedar en casa. Que tuvieran algo cada vez que él iba a molestarla.

Una sobrina de María también declaró. Comentó que su tía la llamó y parlotearon juntas la llegada del venezolano a la cuadra.

—Si ella salía, él le preguntaba para dónde salía, con quién y por qué. Un día mi tía le dijo que cuál era la preguntadera, que ella estaba sola y no quería que nadie le preguntara la vida de ella. A lo que él le contestó que él guardaba una esperanza con ella porque él estaba solo (…) Mi tía le dijo que no estaba interesada en tener a nadie.

A 20 días de su llegada al sector, Joffre Pacheco tuvo que irse de la vivienda donde vivía porque no aportaba económicamente al hogar. Agarró dos maletines y se fue con María a beber una cerveza.

El 20 de noviembre de 2020, María se levantó temprano. A las 7:00 iba camino a misa. Terminó de rezar en la iglesia y se fue. A las 10:30, mientras estaba acostada, le envió un mensaje a su amiga pidiéndole que si le sobraba sancocho de bagre (guiso de pescado), le llevara más tarde.

Media hora antes, Joffre estaba pintando un árbol de navidad frente a su casa. Varios vecinos de la cuadra lo vieron. A las 11:00 salió de su casa para preguntarle a su vecina cuándo iba a dejar de cocinar porque el olor le entraba por las ventanas. Ella le respondió que le avisaría. 20 minutos después tocó su puerta para decirle que ya estaba lista. Nadie le abrió.

Cerca de la una de la tarde su amiga se presentó en su casa para llevarle el guiso. Otra vez la puerta cerrada. Le preguntó a la misma vecina que estaba cocinando si la había visto. Contestó que horas antes pintaba un árbol de navidad.

Su amiga tenía unas llaves de su casa. Se las pasó María por si le pasaba algo. Sufría del corazón. Abrió la puerta. La llamó varias veces. Nada. Caminó unos pasos y entonces la vio tirada en la cocina boca abajo y con las manos atadas.

Su cara estaba llena de hematomas. Tenía laceraciones en las rodillas y las manos atadas. Presentaba signos de tortura y su cara estaba cubierta por una bolsa de basura. Al interior de la lavadora encontraron una “piedra de amolar” y la ropa de Jeffre. También estaba un maletín negro, el mismo que sacó horas antes de la casa que lo echaron.

Con todas estas pruebas el Juzgado Segundo Promiscuo Municipal de La Dorada Caldas, decidió formalizarlo por femicidio agravado. Su condena no iba a ser menor a 500 meses si se acreditaba su participación, pero el imputado se fugó. Se escapó nada menos que a Iquique. A Playa Brava, en Chile.

Por eso la justicia colombiana solicitó a la Corte Suprema su extradición. Lo primero fue buscarlo, y notaron que no ingresó por ningún paso habilitado. Al final dieron con él. Trabajaba en una constructora. Tras su detención, el 28 de abril de 2023, el imputado quedó en prisión preventiva. Fue así que la Suprema resolvió.

Por disposición del máximo tribunal del país, el requerido se mantendrá privado de libertad hasta que se verifique su entrega a las autoridades competentes. versión final

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